A pesar de que se creía con anterioridad que estos fenómenos cuánticos no podrían observarse en las células vivas debido a su complejidad, a la temperatura del ambiente celular y a la creencia de que efectos de este tipo no podrían sobrevivir a los procesos biológicos en una escala de tiempo adecuada para que explicasen las mutaciones, los modelos informáticos descritos en Communications Physics han sugerido de manera contundente la forma en la cual el fenómeno cuántico denominado efecto túnel puede aplicarse e influir en el ADN para explicar ciertos cambios a nivel molecular.

Describe Marco Sacchi, uno de los autores del estudio que: “Los biólogos normalmente esperarían que los túneles desempeñen un papel importante solo a bajas temperaturas y en sistemas relativamente simples. Por lo tanto, tendieron a descartar los efectos cuánticos en el ADN. Con nuestro estudio, creemos que hemos probado que estas suposiciones no se cumplen”.

Según The New York Times, en la actualidad, la Oficina Internacional de Pesos y Medidas, conocida por sus siglas en francés, B.I.P.M., regula las siete unidades básicas que rigen el tiempo, la longitud, la masa, la corriente eléctrica, la temperatura, la intensidad de la luz y la cantidad de una sustancia. En conjunto, estas unidades son el lenguaje de la ciencia, la tecnología y el comercio.

Constantemente los científicos están perfeccionando estas normas. Por ejemplo, en 2018, aprobaron nuevas definiciones para el kilogramo (masa), el amperio (corriente), el kelvin (temperatura) y el mol (cantidad de sustancia).

Después de más de medio siglo, ahora parece ser el turno del tiempo. Según LiveScience, la próxima década, más o menos; los relojes ópticos atómicos ultraprecisos que se basan en la luz visible están en camino de establecer la nueva definición de un segundo.

Desconcierta y asombra al mismo tiempo escuchar a los neurocientíficos hablar del cerebro, especialmente, en los años de la infancia. 

Ahora, un fascinante estudio publicado en Frontiers ha registrado por primera vez la actividad de un cerebro humano moribundo. Los hallazgos aportan nuevos conocimientos sobre una posible función organizativa del cerebro durante la muerte y sugiere una explicación para el recuerdo vívido de la vida en las experiencias cercanas a la muerte.

Se trata de un caso único, cuando un paciente de 87 años desarrolló epilepsia, el Dr. Raul Vicente de la Universidad de Tartu, Estonia y sus colegas utilizaron electroencefalografía (EEG) continua para detectar las convulsiones y tratar al paciente. Durante estas grabaciones, el paciente tuvo un infarto y falleció. Este evento inesperado permitió a los científicos registrar la actividad de un cerebro humano moribundo por primera vez.

Los investigadores descubrieron patrones rítmicos de ondas cerebrales en torno al momento de la muerte que son similares a los que se producen durante el sueño, el recuerdo y la meditación.  Específicamente, 30 segundos antes y después de que el corazón dejara de latir.

Hace unas semanas se hizo pública la concesión del Premio Abel 2022 al matemático norteamericano Dennis Parnell Sullivan por sus contribuciones a la topología entre otros merecidos méritos. Los medios de comunicación se hicieron eco de la noticia, pero no han sido muchos los que han podido describir con detalle sus trabajos e investigaciones, habida cuenta de su especificidad y la dificultad para ser explicadas de un modo comprensible, sin un bagaje técnico suficiente, incluso para matemáticos de otras especialidades.

Aunque suene impensable cuestionar el tejido mismo de nuestra realidad, así como el marco en donde basamos nuestra propia existencia, hay una nueva línea de pensamiento que sugiere que la inexistencia del tiempo es, de hecho, una posibilidad abierta que debemos tomar en serio.

¿Cómo es esto posible? 

Según explica el filósofo matemático Sam Baron, profesor asociado de la Universidad Católica de Australia, en un artículo publicado en The Conversation, para entender el concepto, necesitamos adoptar una perspectiva radical de lo que significa existir.

Por ejemplo, asegura Baron, la existencia de las sillas y las mesas, o las mismas personas, no pueden ser validadas por ninguna teoría de la física, pero aun así seguimos aceptando que las mesas, las sillas y las personas existen. ¿Por qué? Porque suponemos que esas cosas existen en un nivel superior al descrito por la física, afirma Baron.

Indus Valley script is the most daunting and intriguing deciphering assignment for archaeologists and codebreakers worldwide. The lost language of the Indus Civilization, which goes back 4000 years, may remain incomprehensible forever, simply because there’s not enough material for deciphers to work on or because the languages they record aren’t related to any known now.

Excavators discovered the first signs of a script in the 1870s. It turned up on small seal stones, amulets and fragments of pottery. The seal stones are believed to have been used for stamping the clay tokens that sealed bales of goods. Above a short script, they generally have a realistic carving of an animal, for example, a bull, a rhinoceros, or an elephant. It consists of signs depicting human beings, animals, plants, and other natural phenomena like mountains and manufactured tools. Unfortunately, these about 400 different signs are not drawn as carefully and in great detail as other Egyptian hieroglyphs. This means that the exact pictorial meaning of many signs is not yet clear to archaeologists and other codebreakers.

He’s the old, eighty-something guy you see running every day. He’s always out at the same time. He’s frequently shirtless.

Chances are, this guy didn’t start running last year. Or a decade ago. Or even forty years back.

Chances are, he started running in college. Or high school. And he hasn’t stopped in the half century since.

According to one law of physics, an object at rest stays at rest, while an object in motion stays in motion.

According to another, it takes more energy to set an object in motion, than it does to maintain its motion.

There’s a corollary in the laws of personal development that’s just as universal and ironclad:

It’s a lot more difficult to get going, than it is to keep going.

Starting a new behavior, staying with it long enough that it becomes habitual, is hard. But once you do, once it becomes a normal, natural part of your life, it becomes easy. You can’t imagine not doing it.

It takes a lot of force, a lot of fuel, for the rocket ship of personal change to escape the gravity of things-as-they-are-now. But once it does, it remains indefinitely in orbit. A perpetual motion machine.

This new technique can also be applied to analysis of two-dimensional materials which have the potential to play a role in advanced energy systems, electronics and quantum computers.

Today in Science, the researchers in UCI’s Department of Physics & Astronomy and Department of Chemistry describe how they positioned two bound atoms of hydrogen in between the silver tip of the STM and a sample composed of a flat copper surface arrayed with small islands of copper nitride. With pulses of the laser lasting trillionths of a second, the scientists were able to excite the hydrogen molecule and detect changes in its quantum states at cryogenic temperatures and in the ultrahigh vacuum environment of the instrument, rendering atomic-scale, time-lapsed images of the sample.