As students and researchers know, physics abhors singularities. Where we find a singularity, it usually means that the model we are using to describe a physical system or a phenomenon breaks down. “Breaking down” is a filler expression for “something is happening here and we don’t know what it is.” Figuring out how to avoid singularities opens new possibilities in physics.

Indeed, behind every singularity in physics hides a secret door to a new understanding of the world.

Love and hate for singularities

The reader knows that physics is the art of modeling. We describe complex natural systems, such as the sun and the planets orbiting around it — that’s an easy one — in terms of mathematical equations. The equations describe how functions of a variable or a set of variables change in time. In the case of planetary orbits, the equations describe how planets move in space along their orbits.

Según un artículo publicado recientemente en The Conversation por el físico Barak Shoshany, de la Universidad de Brock, en Canadá, solo hay una manera de pensar en los viajes en el tiempo como algo posible en la realidad concreta: asumiendo la existencia de líneas de tiempo paralelas.

De acuerdo al científico, que desarrolló previamente su idea en un estudio publicado en 2019 en SciPost Physics Lecture Notes, una temporalidad “múltiple” dejaría atrás todas las limitaciones y paradojas que han condenado hasta hoy a los viajes en el tiempo al terreno exclusivo de la imaginación.

EL PROBLEMA DE LA CAUSALIDAD

Quizás el punto principal de pensar en múltiples líneas de tiempo es que suprime el problema de la causalidad, que ha sido la raíz de las paradojas planteadas por diferentes teorías para concluir, hasta el momento, que los viajes en el tiempo son únicamente una hermosa utopía irrealizable. Si todo efecto de una acción realizada en el presente tiene algún tipo de consecuencia en el futuro, trasladarse en el tiempo sería imposible. ¿Por qué?

Pensemos por un momento que somos los protagonistas de un film de ciencia ficción y que en ese contexto existe una “máquina del tiempo” que puede llevarnos hacia el pasado y hacia el futuro. Si viajamos hacia el pasado y modificamos mínimamente cualquier aspecto de la realidad, la causalidad indicaría que el presente del cual venimos también cambiaría y, por consiguiente, lo haría por igual el futuro.

Esta noción elimina la posibilidad práctica de viajar en el tiempo, porque si desde el pasado se cambia el presente no tendríamos ninguna seguridad de la existencia de la máquina del tiempo que nos permitió retroceder: de alguna manera, el presente del cual venimos ya se habría modificado y con él también se podría haber esfumado nuestra máquina del tiempo.